viernes, 4 de julio de 2014

El anfitrión, ante viejos conocidos

FIFA.COM - Es inútil buscar ninguna lógica geográfica para pronosticar una mayor o menor emoción en una eliminatoria de la Copa Mundial de la FIFA™. Y menos aún en una edición como Brasil 2014, en la que se llegó a la prórroga en cinco choques de octavos de final, un récord en esta ronda. La tendencia es clara: cualquier encuentro, sin discusión, tiene potencial para ser vibrante.

Sin embargo, para la selección brasileña, las fases de eliminatorias del Mundial que disputa en casa presentan una peculiaridad que, si bien no hace necesariamente que los partidos sean más tensos, como mínimo les da un carácter especial. Al fin y al cabo, las habituales expectativas que existen cada cuatro años de medirse con grandes de Europa —como sucedió, por ejemplo, en las cinco finales ganadas por Brasil— ha dado lugar también a encuentros con viejos conocidos: los sudamericanos.

¿Y qué representa eso exactamente? “Representa, en general, un partido diferente”, analiza en declaraciones a FIFA.com Ramires, recuperándose aún emocionalmente de la batalla física y psicológica que supuso la clasificación en los penales contra Chile, en octavos. “A veces incluso parece que quieren ganarnos más todavía que los demás equipos. No hay nada que hacer: siempre es dificilísimo, son partidos de otra clase”.

Y hay una explicación para esto. Cuando los pentacampeones se cruzan con un rival sudamericano, las posibilidades son, esencialmente, dos: o bien se trata de un choque ante un equipo sobre el cual tienen una amplia ventaja histórica —y que por lo tanto entrará en el campo dispuesto a hacer el partido de su vida— o están ante un reñidísimo clásico, contra uno de sus dos mayores adversarios en el mundo del fútbol, Argentina y Uruguay.

Valor irracional
Además, hasta hoy, de las 13 veces que ha jugado contra un conjunto sudamericano en una Copa Mundial de la FIFA, Brasil únicamente ha perdido dos, ambas en fases eliminatorias: el choque por el título de 1950 contra Uruguay y el de octavos de final de 1990, contra Argentina. El resto se saldaron con nueve victorias y dos empates, incluido el 1-1 ante Chile en Belo Horizonte.

En principio, deberían ser unas estadísticas alentadoras para los brasileños. Por ejemplo, frente a Colombia, su oponente en cuartos de final, en Fortaleza, el registro histórico es sobradamente holgado: 15 triunfos, ocho empates y solo dos derrotas. Entre las formaciones sudamericanas, Venezuela es la única que presenta menos victorias contra la Seleção en compromisos oficiales, tan solo una.

Y, no obstante, a nadie se le pasaría por la cabeza pensar que un encuentro como el de este viernes puede ser tranquilo. Ya no porque la actual selección colombiana tenga muchísima calidad y esté en racha, sino por algo más sencillo: se trata de un partido del Mundial, ante un rival del continente. Eso basta para obligar a que la atención sea máxima.

“Sin duda, tiene un gran peso. En el plano emocional, son partidos muy complicados, porque los europeos no están tan acostumbrados a enfrentarse con nosotros seguido. Nosotros tenemos la Copa América, la competición preliminar… Y también está el aspecto técnico: es un fútbol diferente”, dice Dani Alves a FIFA.com, para puntualizarlo de inmediato. “Aunque eso es algo que está cambiando. El fútbol ha evolucionado mucho, y casi todos los grandes jugadores sudamericanos están en Europa. El resultado acaban siendo equipos todavía mejores, y más fuertes: el juego no deja de ser intenso, como corresponde al fútbol sudamericano, pero con gente habituada siempre a un nivel altísimo”.

Por lo tanto, para pronosticar cómo será un nuevo duelo sudamericano como el Brasil-Colombia del Estadio Castelão, debemos olvidar el historial de choques. De 449 partidos oficiales contra rivales de su continente hasta hoy, los brasileños únicamente han perdido 87, y más de la mitad ante argentinos y uruguayos. Pero eso no sirve de nada, como bien sabe Dani Alves: “De algún modo, es una atmósfera como la de la Copa América, aunque todavía más importante, y con más presión. Creo que puede definirse así”.